miércoles, 31 de agosto de 2011

El Maravilloso Vargas Llosa y el Mágico Mundo de los Preservativos

Amables freedonios.

Os habla Vuestro Presidente.

Os escribo porque, durante un tiempo, le he ido dando algunas vueltas a un hecho que fue muy criticado durante los días de la visita de las JMJC (Jornadas Mundiales de la Juventud Católica) a nuestra hermosa Freedonia y que coincidió con las manifestaciones a favor de un estado laico.


El acto en cuestión, según he leído tras informarme mis cuerpos de seguridad, consistió en que a algunas jóvenes que estaban rezando se les arrojaron unos preservativos con motivos desconocidos, pero evidentemente denunciables. Según tengo entendido, los preservativos estaban sin usar, aunque no se me ha confirmado este dato. (Los cuerpos de seguridad, por cierto, guardan las pruebas bajo su custodia.) Los perpetradores, al parecer, fueron algunos ateos desaprensivos. Según la prensa extranjera y según mi Ministro de Religión, cardenal Moia, eran individuos carentes de toda urbanidad o respeto por las creencias ajenas. (Ahora me refiero a los jóvenes ateos, aunque entienda que pueda aplicarse este calificativo a cierta prensa extranjera y a mi Ministro de Religión.)

Las críticas a este acto en sí apenas fueron contestadas por la prensa atea.

Y en general escuché, a algunos diputados, que esos pocos irrespetuosos no eran representantes de la comunidad atea, ni siquiera de quienes se manifestaban durante aquellos días. Así que yo, que suelo hacer caso a mis diputados (para eso les he elegido, qué caray…), he repetido a menudo lo mismo: «¡¡Panda de intolerantes que no nos representan a los ateos!!», para solaz y alegría de mi amado Ministro de Imagen, quien suele obsequiarme con una galleta en este tipo de casos.

No obstante, el otro día, mientras dibujaba unos laberintos muy logrados durante un Consejo de Ministros, caí en que veíamos muy mal la expresión de los ateos lanzapreservativos, pero no contemplábamos mayores problemas en el acto de rezar en público, que en principio tampoco parece que deba incurrir en ninguna maldad ni ofensa para nadie.

Este fogonazo de sabiduría me vino al leer accidentalmente un artículo de Mario Vargas Llosa, debido a ciertos bigotes que le estaba dibujando entre laberinto y laberinto, y mientras continuaba explicando mi Ministro de Imposición no sé qué sobre un edificio de déficit al que se le había caído el techo y no acertaban con la contrata. Nada interesante.

Le pedí inmediatamente el iPad a mi Ministro de Economía (dejándole desgraciadamente a mitad de partida de Memoir 44) y busqué el artículo en internet, puesto que la edición en papel había quedado sepultada bajo mis garabatos.

El insigne Premio Nosé volvía a hacer referencia a la disciplina del lanzamiento de preservativos en los siguientes términos: «las pequeñas manifestaciones de laicos, anarquistas, ateos y católicos insumisos contra el Papa provocaron incidentes menores, aunque algunos grotescos, como el grupo de energúmenos al que se vio arrojando condones a unas niñas que, animadas por lo que Rubén Darío llamaba "un blanco horror de Belcebú", rezaban el rosario con los ojos cerrados».

Y, tras pensarlo y pensarlo, le pregunté al Ministro de Economía por qué eso de lanzar preservativos era un insulto y por qué se tachaba a aquellos jóvenes de «energúmenos». Un poco molesto porque no le devolvía el iPad, me respondió: «Eso lo entendería hasta un niño de ocho años». Decidí hacer caso omiso del comentario, que sonaba a menudo en aquel Consejo de Ministros, y me entretuve en reflexionar sobre ello mientras la nueva Ministra del Interior, Coronel Dax, seguía y seguía y seguía enumerando los gastos provocados por la visita de las JMJC.


Yo no le veía excesivo problema a algo tan bonito como arrojar amor a otra persona y, tras mucho meditar, he llegado a la conclusión de que el conflicto social estaba en la simbología católica atribuida a cualquier objeto sexual. En fin, que los católicos no se molestaban por cuestiones ideológicas, sino que les habría resultado igual que les hubieran arrojado un consolador o unas bolas chinas. No porque eso constituyera en sí mismo una ofensa o un ataque contra la intimidad, sino porque «habría sido de mal gusto».

Busqué en el Código Civil y en el Penal y en el Laboral cualquier ley o norma que hiciera referencia a este mal gusto. Bueno, si no va a colar… Le pregunté directamente a mi Ministro de Justicia, monseñor IUS, quien muy azorado e indignado me indicó que no existían tales cosas en nuestra legislación, pero que debería haberlas.

Pero más allá de este «mal gusto», no existe ley, norma ni ética de ningún tipo que censure un hecho simbólico del tipo: «arrojar un preservativo a otra persona como acto de expresión individual». Solo a alguien de moral católica muy tradicional puede ofenderle eso. Y me pregunto: ¿incluso así sería reprobable?

En fin, no se les dijo: «Sois gilipollas con vuestros rezos. Follad y pasad un buen rato», como les digo siempre a mis ministros de economía. O, al menos, no lo he visto así recogido ni he contemplado que sea esa la denuncia. La denuncia es, insisto, según el prócer peruano: «el grupo de energúmenos al que se vio arrojando condones a unas niñas que […] rezaban el rosario con los ojos cerrados ».

No, no se dice que las insultaran o las agredieran.

Se les arrojaron unos preservativos, una de las principales fuentes de polémica con la Iglesia más conservadora y uno de los principales puntos de debate sobre el derecho a la vida exigido por la Iglesia. Así que pregunté a mi Ministro de Información, Mr. Kaplan, cómo andaba la cosa con lo del SIDA en África, América, incluso Europa, y todo eso de los preservativos. Al parecer, igual. La Iglesia continúa prefiriendo plantearse el problema de la potencialidad de vida (proyectada simbólicamente por un espermatozoide) o el problema del sexo por placer antes que el gravísimo problema del SIDA o de otras muchas enfermedades venéreas.

La respuesta de mi Ministro de Religión fue obvia: «¿Por qué ha de aguantar una chica que no hace nada malo, señor presidente,  el que le critiquen de ese modo si ni siquiera se la conoce? ¿Una lánguida florecilla que solo hace algo tan sano como rezar el rosario? ¡Pobrecita! ¡Animales! ¡A-ni-ma-les! ¡Habría que excomulgarles a todos! ¡A ver si entonces seguían siendo ateos…! ¡Que es mucho de boquilla, sí, señor!».

Detuve entonces el Consejo de Ministros para preguntar: «¿Por qué todos habéis visto mal este lanzamiento, si la mayoría sois ateos?». A lo que respondieron unos cuantos: «Hombre, señor presidente… Lo de las chicas no era para tanto… Y lo de los preservativos estuvo feo…». Con ello deduje que incluso los ateos opinan a menudo desde la moral católica, aprendida a lo Pavlov.

En fin, como resumen, una serie de chicas realizaba un acto de expresión pública, no en la línea erasmista de religiosidad interior, sino en la paulina de religiosidad externa: valiente, testimonial. Es decir, se trataba de un acto público solo refrendado por la búsqueda de expresión pública y de recepción por parte del resto de los ciudadanos freedonios que habían de contemplar este acto público, quisieran o no quisieran.

No pasa nada, me dicen mis ministros: «Con no mirar…».

Bueno, eso también vale para el lanzamiento de preservativos, ¿no? Y en el caso de que te acierten… En fin, no es como tirarte un consolador a pilas, que te puede desgraciar. (Según dónde te alcance.)

¿Hacían algún daño a alguien esas chicas? En fin… Si no alteran el orden público y dejan paso libre a los transeúntes (más o menos como ocurría con quienes se expresaban en la Puerta del Sol de nuestra hermosa capital), no le veo el problema a que recen el Corán entero. (Me apunta muy amable mi Ministro de Religión que lo de los católicos es, sobre todo, el Nuevo Testamento. Pido disculpas. Avergonzado.)

No obstante, a la expresión pública le corresponde la respuesta pública, si aceptamos la igualdad ante la ley. Si alguien busca que Freedonia entera observe su expresión pública para que tome nota de ella, es susceptible de recibir la correspondiente expresión pública freedonia, siempre que la misma no caiga en el insulto ni en la degradación como persona ni en la agresión.

No dudo de que un católico pueda entender que el hecho de que le arrojen un preservativo constituya un acto de agresión. Dudo de que muchos tribunales estuvieran de acuerdo con esto, la verdad. (De todos modos, son todos primos míos, vale, pero lo que importa es el concepto.)

Desde un punto de vista legal y ajeno a la moral católica, el acto de expresión y denuncia que implica que a alguien le arrojen un preservativo, mientras reza piadosamente, no es más que una manifestación de respuesta. Lo más cercano a la ofensa que puede producir a un católico el ver un preservativo dentro de su funda sería… ¿Yo qué sé? ¿La de un vampiro al que le muestran una cruz? ¿Fue el mismo efecto el que se produjo? ¿Se levantaron las beatas con las manos ante la cara gritando y consumiéndose en llamas? Aunque, como le diría a un vampiro: Con no mirar…


Al fin y al cabo si la persona que reza está a favor del uso de los preservativos, no veo el problema. Con recogerlos y usarlos en cuanto se tenga ocasión, es suficiente. Al precio al que están, no parece inteligente rechazar un regalo de este tipo. Incluso me comunican en este momento que las pruebas han desaparecido del depósito de la policía.

Si, por el contrario, la persona que reza está en contra, deberá asumir la crítica pública de respuesta a su piedad pública: tía, ¡que estás rezando piadosamente en medio de la calle en el contexto de una visita papal, de una Iglesia que ataca lo que te están arrojando! Pues a quien lanza un mensaje público se le ha de responder públicamente, ¿no?

Oye, niña, ante tanta religiosidad y rezos, te opongo la cruda realidad de donde considero que está la lucha: el símbolo del preservativo por lo que hacéis en África. Significa esto. O bien: «Veo más sagrado follar que rezar». O «Te iría mejor rezando follando que rezando.». Por mal que suene (a quien le suene mal), sigue siendo una expresión pública como cualquier expresión pública católica.

De ahí la respuesta a su oración. Sin insultos. Sin violencia. Sin ataques. Bueno, desconozco si el lanzamiento de anticonceptivos fue acompañado de insultos o de misiles tierra-aire, pero en el caso de haberlo sido no ha sido así recogido como centro de la ofensa ni en el texto de Vargas Llosa ni en otros donde he leído la noticia.

Entonces ¿la ofensa del católico ha sido que se le responda, que se manifieste una opinión respecto a su actitud?

¿Y si no es eso?

Ah, quizás sea por el tema de la obscenidad.

Todo ello me lleva a que todo el problema se debe a que se trata de «algo de mal gusto», pues de lo contrario se trataría de la ya cansina intolerancia dictatorial del «yo puedo expresarme, pero tú no».

Solo a un timorato, a un intolerante o a una persona con problemas sexuales le puede molestar la visión de un preservativo. Quizás se me escape otro motivo. No creo que Vargas Llosa sea un timorato, un intolerante o tenga problemas sexuales. Quizás su fácil propensión a escandalizarse con una crítica tan pueril se deba a otros motivos. Ni idea. Lo que me pasa es que tampoco sé muy bien lo que él es. (Escritor, sí, sin duda.)

Al fin y al cabo, el preservativo es un objeto de uso cotidiano que cualquiera encuentra con poco que se mueva por la ciudad, farmacias incluidas.

El acto de arrojarlo, en sí mismo, es solo una expresión pública.

Y si se trata solo de una cuestión de mal gusto… Lo lamento, pero las leyes freedonias y la moral de la mayor parte de la población no se guían por ese tipo de frivolidades ni de actitudes de escándalo mojigato, puesto que lo mismo que un católico puede considerar «de mal gusto» que le arrojen un preservativo, un ateo puede considerar de mal gusto que alguien frente a él rece en público pero ambos deberán aguantar esa manifestación pública. Todo entra en la libertad de expresión.
Es decir, el ateo freedonio ha de vivir con las diferentes consideraciones respecto a qué es de buen gusto y qué es de mal gusto.

El católico freedonio, también.

El resto son leyes y estado de derecho.

Vuelvo a mis garabatos.

¡Salve y usted lo pase bien!

Vuestro Honorable Presidente Rufus T. Firefly


martes, 30 de agosto de 2011

Manifiesto por nuestro amor al pueblo freedonio

Amables freedonios:

Se dirige vuestro presidente a vosotros para invitaros a participar de esta graciosa iniciativa mediante la cual demostrar de nuevo que el amor de vuestros gobernantes por vuestro trabajo, vuestro tiempo y vuestra lealtad sin preguntas es sincero y necesario. Esperamos que sepáis agradecer todo lo que vuestro gobierno hace por vosotros para que no sean necesarias nunca unas nuevas elecciones que supondrían un gasto innecesario para el erario público y que podría revertir en recortes en educación, sanidad, justicia y entretenimiento para todos. Vuestro gobierno os ama. No colméis la paciencia de vuestro gobierno.

Vuestro gobierno os ama, desea lo mejor para vosotros y está preparado para otorgaros la felicidad y la libertad que tanto deseáis y que nadie más podrá proporcionaros. Sabemos lo que necesitáis, mejor que vosotros mismos, pues tenemos información muy complicada que no seríais capaz de administrar y cuya decodificación os restaría tiempo para vuestras diversiones y compras. Por suerte, no estáis en manos de corruptos, dictadores o especuladores. Os cuida el gobierno freedonio. Os cuida quien sabe de verdad lo que os interesa.

Deseamos que os sintáis satisfechos de aportar vuestras opiniones a vuestro gobierno. Nuestro ministro de información, el honorable señor George Kaplan, apuntará el nombre de todos los que tengáis una opinión crítica para proporcionársela al futuro Ministro del Interior, quien sin duda sabrá bien qué uso darle a vuestras justas opiniones. (No es que descuidemos a nuestros ministros. Estamos buscando uno urgentemente, puesto que ayer mismo el anterior ministro del interior ha huido con las reservas de oro y con mi pluma Waterman recién estrenada. Lo de la pluma es lo que más me incomoda, porque la necesitaba para firmar unos indultos políticos que ahora tendrán que esperar.)

No olvidéis adjuntar dirección postal y horario para que la policía pase a entrevistaros personalmente, en aras de una más directa y beneficiosa comunicación entre vuestro gobierno y vosotros, amables ciudadanos. Hay que salvaguardar la seguridad mutua en nuestro hermoso país.



Sin más, os invitamos también a ofrecer los donativos correspondientes para la causa freedonia, que es la vuestra.

No preguntéis qué puede hacer Freedonia por vosotros. Preguntaos qué va a haceros Freedonia.

Gracias, freedonios.

Os amamos.

Vuestro Honorable Presidente Rufus T. Firefly